domingo, 31 de mayo de 2009

¿Y qué si...?

¿Y qué si al final de esta estación en vez de flores marchitas lo que cubra el claro sean las hojas doradas de un árbol del Jardín de las Hespérides? ¿Y si las plumas de un héroe caído llegaran hasta tí, volando hacia el cielo cian que eran tus ojos?
¿Y qué si la primavera arrasara los campos de trigo y se llevara con ella las gotas de sangre derramadas en la tierra como amapolas? ¿Y si la lluvia viviera fuera del alma y fluyera por los ríos hasta el mar, donde las olas y la arena permanecen inmutables?
¿Y qué si los cuervos que vuelan en círculos sobre las alimañanas no se dignasen a descender en su místico vuelo carente de humanidad? ¿Y si fuera más real la sombra que proyecta una rapaz sobre el sol que su propio cuerpo?
¿Y qué si me diluyo entre las olas después de buscar la manzana dorada sin encontrarla, soltándome de la mano de Mneme y Melpómene al fin? ¿Y si viajara lejos, más allá de Ítaca y consiguiera la moneda para volver de Estigia?
¿Estarías dispuesto a tomar mi mano y dejar los mares y los cielos para volver al algodón blanco de lo desposeído?

Vampirisme III

La nube de tus murciélagos
ha antepuesto delante de mis ojos
un espectro
de ti mismo,
un retrato
através de los planos de existencia
al modo del señor Gray.

¿Cómo es posible
que permanezcas igual
como dentro de cinco años
tan sólo con un ligero cambio
en tu retina?

Mis labios aún están manchados
con la sangre
que noche tras noche
he recolectado para tí
y sin embargo,
ahí estás,
al otro lado de la estación
como si todo el dolor
hubiera sido una telaraña de humo
en mis pesadillas.

¿Cómo es posible
que te hayas levantado
de tu sepulcro y camines hacia mí
como Lázaro?

Pero hay algo en tu voz,
un timbre de afonia y rasgado
que me hace trastabilar
en la melodía.
Eres un simple espectro
de mi memoria.

viernes, 29 de mayo de 2009

Vampirisme II

¿Dónde quedará el jardín místico
que al anochecer
muestre las alimañas nocturnas
que se alimentan de la savia
que emana el árbol de la felicidad?

¿Cómo perseguir la felicidad
entre cada nube oscura,
entre cada zarzal,
si nunca la he sentido?

¿Qué más dará si me voy o me quedo
si vivo en un limbo,
estando más muerta que viva?

¿Cuándo ocurrirá
que los finales no precisen
de una elevadísisma cantidad de sangre,
de punto y final de tragedia clásica?

¿Cuánto costará
que Melpómene suelte mi destino
y me deje salir
de la carcel de espinas y dolor
en la que me había encerrado?

jueves, 14 de mayo de 2009

Crystal and stars

Sentí los colores venir a mí, desde las esencias perdidas del pasado, como el olor de la pintura semanas después de que se seque. Sentí como la luz inundaba una tormenta ruidosa y repentina mientras las gotas resvalaban trémulas entre el asfalto de acero y fuego bajo los pies de un faquir de poca monta.
Oí los rumores que acallaban los gritos del alma descompensada en el camino de la perdición y la locura mientras se perdía la última apuesta posible. Oí los acordes de la espiral retorcida del tiempo enredada en la rosca de una botella cualquiera de vodka y ansiolíticos.
Cayeron las torres más altas que asentaban sobre los más firmes pilares de barro y escoria y se mantuvieron en pie tres castillos de arena construidos sobre la materia etérea que puebla el espacio interestelar, a años luz del más mínimo atisbo de cordura. Cayeron las olas sobre los restos marinos del naufragio que marcó la intrahistoria.
Se apagaron las farolas al paso del desfile circense de fuegos de artificio y oquedades demasiado oscuras para jugar al gua. Se apagaron las sonrisas elevadas a las estrellas después de un estrambótico artificio de prestidigitador que hizo huir al público.
Se apretaron las clavijas de la yacija de cristal de un rey perdido en la memoria y el tiempo antes de enseñar pequeñas reliquias de su gloria pasada ante los ojos escépticos de una multitud enfurecida y enferma por una pandemia tóxica. Se apretaron las mandíbulas el día en el que la naturaleza puso fin al holocausto que el hombre hacía sobre sus recursos.
Soñé volar, que mis sueños eran ciertos y que la parte de despertar no entraba en el argumento, que la luna alumbraba algún río en forma de espejo mientras la menta se respiraba en el ambiente. Soñé que las farolas alumbraban el principio de una nueva era en la que las cosas fueran claras y plausibles, sin necesidad de medias verdades y palabras con más de dos fondos.
Escuché atenta el quebrar en mil fragmentos el cristal del corazón que no encontró una tirita a tiempo para tapar la herida antigua y supurante. Escuché como se diluían los gritos y el lamento en el fulgor de la batalla en la que los héroes se convierten en villanos mientras pierden la última apuesta posible.

Foncé Lune

Me encontré una noche
aullando a la Luna oscura
que desde sus cráteres
me sonreía
con el halo místico
del que viaja
entre diamantes y velos.

Sopló el viento
que arrastró las hojas marchitas
al lecho del río
que fluye mortecino
al final de la estación.

Las gotas cayeron
etéreas desde un cielo
límpido y azul
sin mácula alguna
fluyendo entre las farolas
fundidas.

Se cerraron las flores
con el aleteo del cuervo
que sobrevoló la carroña y el hollín
de las paredes del enésimo bar.

Respiré mientras las estrellas
titilaban y tiritaban
en un cielo de acero,
guiñándome un ojo
como nueva apuesta
por el As de Picas
mientras el rimel caía
por mis mejillas.