Morir
no es la peor de las condenas.
La muerte
es el principio de todas ellas.
Esa misma muerte
que desde el nacimiento
va ligada a la vida.
La misma muerte
que amenaza
en cada recodo de la senda.
Esa muerte
que acude al final del túnel
con su capa negra
y su guadaña.
La muerte
que siega el trigo
antes de que llegue a crecer.
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