martes, 16 de diciembre de 2008

Sombrero de prestidigitador III

Existen cadenas
más recias
que las de hierro.
Las que tú me arrojaste
apretaban más
que una herrumbrosa
argolla.

Sin embargo,
ya estoy lejos
de aquella mazmorra
húmeda y fría.

Soy libre.

Debería sonreírle al sol;
lo único que queda
en mi alma
es la fina lluvia
que empapa
mi conciencia.

Ahora que disfruto
de mi libertad
quizá debería dejar
más abierto mi oído
a aquel que quiso
reemplazarte
desde un principio,
a aquel que me juró
amor eterno
prometiendo
todas y cada una
de las estrellas,
o, incluso,
a aquel que me abrió
altruísta,
las puertas del Nirvana.

Soy libre.

Fui capaz de romper
las cadenas
que sobre mí
habías arrojado
mientras sacabas
de tu chistera
otro conejo blanco
que huía del tiempo.

Soy libre,
aún así,
tengo síndrome de Estocolmo.

2 comentarios:

Nerea Ferrez dijo...

http://enredadaentrelaspalabras.blogspot.com/2008/12/el-lado-oscuro-de-mi-ser.html

Nerea Ferrez dijo...

por cierto, para mí la navidad es la única época en la que logro evr a toda mi familia junta, la época de estrés y de quedarme sin dinero por los regalos.
tiene sus pros, pero también sus contras.
hay que tratar de ver la vida con una sonrisa en los labios.