Siento
como el pulso se acelera
al sentir
como introduzco
mi curiosidad
en tu fortaleza
más oscura,
la que tanto
te había costado levantar.
Siento
el peso de la culpa
en mi pecho
al sentir que en mis ojos
no está presente el brillo
de las lágrimas
el único brillo que deberian tener.
Siento
que todo fuego
brilla en las ascuas
que por mucho que llueva
en el alma
nunca se apagarán
los restos marchitos
de una rosa seca.
Y es que
no hay nadie como tú,
peluche áspero y negro
naipe de mal agüero
pendiendo de una cadena
que mi corazón rompió
en un acceso de rebeldía.
Y es que
no hay nadie como tú,
colilla de tabaco,
chupito de vodka
bocanada de opio
que fluye sobre el cielo
como un ladrón.
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