Las gotas resvalan
distantes
en los cristales ajados
del tiempo
y la existencia.
El llanto prolonga
su gemido
y lamento
a través del cielo,
velo pintado y rajado.
Cómo de rasgada
será la voz
del quebranto
de la hoja que se dobla.
La ciudad se estira
perezosa
con el riego, renovada
mientras pequeños parásitos
inundan sus arterias.
Las aceras palpitan
en los ecos y acordes
de una canción
a medio silenciar
y sin acabar.
Cómo de despacio
caerán las lágrimas
si quienes las derraman
viven en el etéreo.
El dinero queda
como utensilio inútil
de lo material
perdido sin encontrarlo
olvidando lo esencial.
Los demonios se enredan
en los recuerdos
plagándolos de soledad
distorsionando y modificando
hasta perder la realidad.
Cómo de tristes
serán las palabras
que desangran la pluma
y desmoronan el alma.
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