Las baldosas de la ciudad, bajo la luz naranja, apenas dejan ver a la urbanita que otrora caminaba sonámbula por las calles infinitas de la ciudad dormida. La misma ciudad que, bajo una lluvia primaveral, recogió los versos perdidos de las canciones tristes de las cuerdas desafinadas de una guitarra perdida en el ego y la memoria.
Sintiendo en el esqueleto la vibración inexistente de las vías perdidas del metro suburbano, del tranvía ecológico con regusto a salitre y redes de pescar, el corazón se estremece con la viveza de un recuerdo exangüe que sólo vive en la mente de una idealista, demasiado perdida en sí misma como para ser consciente de todo cuanto pasaba a su alrededor hasta que no fue demasiado tarde.
El dolor y el rencor que siguen latentes en las sombras, esperando a una resaca antológica para retomar sus territorios ganados a la desidia, tarareando con los pies el ritmo de los acordes de las lágrimas de la pérdida y las voces rotas del largo fumar vital.
Las rodillas, curadas y peladas de nuevo de caer en la senda de las olas que arrastran la arena y las ramas después del naufragio, retoman el temblor de un nuevo callejón oscuro con un bar de medio pelo con letrero de neón titilador como estrellas caídas.
El regusto metálico de la venganza de la mala vida aún en el paladar cuando, al levantar la frente, después de que la espalda cruja del largo caminar, se conciencia de que, urbanita, nunca sucumbirá a la tragedia, que los humos tóxicos borran los rostros de la Humanidad tras los cristales verdes de los caleidoscopios noctámbulos.
Siendo consciente al fin de que, pase lo que pase, la fuerza de los golpes le ha enseñado a que nunca debe rendirse ante la piedra de cristal afilado del camino, que es más sabio esquivarla y seguir la senda, aunque los primeros pasos después de ello hayan de ser con las rodillas, aunque el sudor que perla su frente sea de la sangre que no brota de un corazón amputado.
La ciudad, oscura y solitaria, muestra a sus hijos bastardos cómo han de afrontar la derrota, como nunca han de caer entre el tráfico luminoso de la niebla oculta, como nunca han de ser derrotados, como ella ha sabido luchar a través de las décadas y la memoria.
1 comentario:
te estás convirtieno en una poeta de fuerza y experiencia, una como mi estimada olga, espero tener algo que ver o, al menos, disfrutar de que tus próximos pasos se deban a algo feliz. sigue siendo tú, eva, sigue siendo lilith.
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