lunes, 12 de enero de 2009

Antesala del Dolor

Nunca había mirado
a alguien
antes así,
como yaces tú ahora.

Simplemente
creí que estabas
dormido,
arrullado
por el Valium
y los calmantes,
esperando a que
te rozase con mis labios
para despertar.

Tu pelo ya no olía
a menta
y tus largas pestañas
reposaban,
cansadas, tal vez,
de volar
sobre el cielo cian
de tus ojos.

Ni en mis peores pesadillas
hubiera pensado
que tu pecho no subiría
por si mismo
con tu pausada respiración
de deportista.

Sin embargo,
aquí estoy,
mirando la erosión del tiempo
sobre tí,
sobre mi,
impasible en el centro
de una aséptica habitación,
esperando que las lágrimas
acudan a mí:
sin éxito.

Puede que las hubiera
derramado
todas
en la antesala del dolor
y que, ahora,
mis ojos se hayan secado
al perder el agua
que sólo en tus ojos residía.

Jugaré mi rol,
de viuda doliente
aún cuando esta mano
no se ha repartido
y tú te has levantado
de la mesa,
llevándote un palo
de esta baraja francesa.

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