domingo, 15 de febrero de 2009

Frío

Deja que me refugie en el frío que sienten mis huesos, que me hace sentir viva por encima de todo el dolor y la decepción que llevo como lastre en mi mochila de viento y arena, haciéndome imposible remontar el vuelo, el ansiado vuelo, desde estas aceras marchitas por el humo tóxico que emana la ciudad.
Deja que el frío entre, uno por uno, en mis poros, que me evite la ilusión de que mi sangre aún fluye por tus venas y que simplemente estás en tierras lejanas esperando anhelante volver a mis brazos. Tus venas, silenciadas con el eco distante de los acordes del recuerdo, con todo aquello que tantas veces debimos decirnos y que nunca nos atrevimos.
Deja que el frío me recuerde que aún estoy ligada a la tierra, húmeda y gris, que engulle, tarde o temprano, tanto como crece. La tierra que raíz a raíz ha arrebatado la esencia, el alma libre que ya no vuela por estar demasiado presa de pesadas cadenas de pensamientos y reproches por una existencia llena de culpa.

1 comentario:

Nerea Ferrez dijo...

deja que la calidez de mis pupilas, de mis brazos, de mi silencio caldee tu tristeza. déjame intentar devolverte donde está la vida, la ilusión, a la región de los sueños y los poetas.