lunes, 24 de noviembre de 2008

Serenatas opiáceas II


Pude ser algo más
que una tragedia de Shakespeare;
preferí ser viento
que se acurruca en tu recuerdo.

Vi el filo de un cuchillo
volar sobre mi cabeza
mientras que mi calavera
se desgajaba como una naranja.
Miré a los ojos
a las noches oscuras
de alcohol y vicio
y cerré la lápida de la mala vida.

Escuché el crepitar
de un vinilo
sobre mi quemador de incienso
que sonaba a batería.

Sin embargo, rocé el nido
vacío, aún cálido
del único cuervo
que no vuela.

5 comentarios:

Durgrim dijo...

Los cuervos siempre vuelan, aunque sean sólo en nuestras mentes.

PD: Te agrego a conexiones.

E.A.V. dijo...

Es cierto... pero este sin embargo vuela tan bajo que pocas veces se deja ver ;)

Mayca Gorrate dijo...

muy bonito, muy triste, me recuerda a la poesía francesa, de baudelaire, rimbaud...
ánimo

Nerea Ferrez dijo...

hola eviña, he decidido leer lo más actual pero lo más breve, y como me hablaste de esta pues me he pasado. me ha gustado mucho. ya he visto que tienes bastantes comentarios... bueno, 4. besos, nena.
ah, un día que las dos tengamos tiempo tenemos que quedar para que me expliques unas cuantas cosas de internet.

E.A.V. dijo...

Quedamos cuando quieras, reina mora, ya sabes que soy capaz de hacerte un hueco en cualquier momento.
A Mayca, muchas gracias por pasarte por aquí, me alegro de que te haya gustado!!