mi corona
y el báculo
que me daba poder
en las noches oscuras
de invierno tardío.
Sin embargo,
la habré perdido
a favor de la cordura
y el tiempo.
Quizá simplemente
sea un cambio
a una bandera tricolor
y un gorro frigio
que me eleve entre
la multitud
portando la bandera
de la nueva era.
Prefiero perder mi trono
que mantenerme en él
a base de víctimas
y esclavos,
a base de clavos
armaduras
y sellos seculares.
A su majestad le hace falta
una guillotina.
La Revolución ha llegado,
Delacroix, preparate para el Pulitzer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario