Los pasos en el camino
sobre las hojas secas
de este temprano otoño
en el claro.
Clavando espinas
dos soles más tarde,
sin que pueda invocar
tu cuervo.
Media hora
de congestión
y aletargamiento
cada p.m.
No te vayas sin mi,
quiero ver la cuneta
desde la retina
de la nieve
y el vacío.
Incienso,
tú
te llevaste mi quemador.
Incienso,
tú,
que vuelas lejos,
arrastrado por la brisa
de la memoria.
Miro a ambos lados,
en la senda,
en ellos quedan
simples imágenes especulares,
de lo que fui,
buscando una perdida quiralidad
entre la Calavera
y la Reina de Corazones.
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